Menos carne

En sus ojos se encontraba la misión de no dejarse caer, pero también reflejaban esa desesperación por alcanzar la meta.

Día tras día, su voluntad se iba cayendo y mis manos ya no podían con más. Todo era mejor cuando aún se podía tomar de ésta e ir cerrando esos huecos mundanos que esporádicamente crecían en mí.

-Verás que un día ya no estaré por acá
-¿A qué te refieres? - Bien sabía que era o algo que no quería o al contrario, lo que estaba esperando.
-Sí, las camas de hospital no están diseñadas para mí. Ya ni sé qué hora es.
-Jaja - Reí nervioso - Estoy seguro que ya desarrollaste un método para saber qué hora es. Con el cambio de turno, preguntando o simplemente porque tu cuerpo lo dice.

Menos carne lo habitaba, también se le quería desprender como si supiera que ya no podía estar ahí.

La vida es demasiado extraña, me refiero a ese sentido de permanencia, a las ganas de simplemente estar ahí para los que debes y quieres. Mientras está, no te importa, pero en el segundo que notas que se va, haces todo por intentar recuperarla.